Tiempo para algunas risas

El peluquero argentino

En un pueblo argentino había un peluquero que era famoso por su mal humor. Un día un cliente le contaba que iba a viajar a Europa. „¡Europa!“ gritó el peluquero. „¡Que tontería! ¿Para qué viajar a Europa? Los franceses son antipáticos, los ingleses son arrogantes, los alemanes fríos.“ – „Pero, voy principalmente a Italia“. „¿Italia? En Italia todo es caótico y sucio.“ – „Pero quiero ir a Roma, al Vaticano, a ver al Papa“. „¿Ver al Papa? Olvídalo. Hay ciento miles personas en la plaza San Pedro. De repente se abre una ventana, y alguien le dice que ese puntito blanco sea el Papa.“ El cliente decidió de no hablar más y se fue.

Tres meses despues el cliente regresó a la peluquería. „Y, ¿qué tal Europa?“ preguntó el peluquero. „Tengo que admitir que en muchas cosas Usted tenía razon. Los franceses fingieron de no entender mi inglés, los alemanes fueron fríos, el tráfico en Italia fue caótico. Pero el Vaticano…“ – „Miliones de personas, ¿sí?“ – „Sí, claro. Pero el Papa…“ – „Un puntito blanco en la ventana…“ – „Sí, pero después pasó algo increible. El Papa decidió a bajar a la Plaza.“ – „Eso es tener suerte, ¿eh?“ dijo el peluquero. „Sí, y para mi sorpresa el Papa caminó directamente hacía mi, y me habló.“ – „¿Verdad? Y ¿qué dijo el Papa?“ – „Dijo: Figlio mio, ¿quién es el animal que te corta el pelo?“

Mi tío aprendía Español

Yo tenía un tío que aprendía Español en la universidad popular. Eso era totalmente inútil, porque mi tío era un granjero, y nunca viajaba. Pero le interesaba el idioma, y pienso que le gustaba salir de la granja de vez en cuando.

Pero un día surgió su oportunidad.

Mi tío tenía una pequeña playa en el lago, y para bañarse allí pedía un Euro. A menudo la gente no quería pagar, y inventaban las excusas más absurdas. Un día vino un hombre con su familia que tambíen no tenía ganas a pagar, y por eso fingió de hablar solamente Español. Grande era su sorpresa, cuando mi tío respondió en Español con fluidez, y el hombre no veía otro modo que pagar.

Ayudar el azar

En un autobus de un pequeño pueblo subió un día una joven. Se sentó en el único asiento que quedaba libre, al lado de un señor, elegantamente vestido. La joven sacó de su bolsa un papel de carta, leyó las pocas letras, y una sonrisa enorme se debujó en su hermoso rostro.

„¿Buenas noticias?“ dijo el señor.
„Sí, buenísimas. Estoy embarazada.“
“ Cuanto me alegro – felicidades“, dijo el hombre.
„Sí, yo también me alegro muchísimo. Ya llevo cuatro años casada, y nunca conseguíamos que esta prueba diera positiva.“
„Es increible como se dan las coincidencias,“ dijo el hombre. „Yo también acabo de recibir una buena noticia. Hace ya dos años que compré un caballo de carreras, y como usted dice, nunca había conseguido ganar un gran premio, y mire, hace apenas unos minutos, me llegó esta telegrama avisandome de que, por primera vez, ganamos una carrera del circuito oficial.“
„A veces el azar hace cosas meravillosas, ¿no cree?“ preguntó la joven.
„Sí…, aunque en este caso tuve que ayudar el azar. Voy a contarle un secreto“, dijo el hombre bajando la voz. „Yo estaba tan deseoso de ganar una carrera, que sin decírselo a nadje decidí cambiar de jinete.“ – „Lo voy a contar otro secreto,“ dijo ella con voz bajada. „Yo también“.

El colega de TI

Mi esposa trabaja en la recepción de un centro médico. Un día tenía un problema con la computadora que era muy molesto porque los pacientes ya estaban esperando para ser registrados. Entonces llamó el responsable de TI para que resuelva el problema. El técnico vino, analizó la situación, y despues de unas tentativas la computadora y los programas funcionaban como deberían. Mi esposa era muy contenta y dijo: „¡Muchas gracias! Pero, ¿no es un trabajo muy aburrido, siempre resolver los problemas de las colegas?“ – „Sí, a veces es aburrido“, respondió el técnico. „Pero tiene una ventaja: Puedes hacer felices a las mujeres.“